Para Niurka
Como tiernas babosas de la campiña
ella y él se enroscaron húmedamente,
y él dejó de ser hombre, como ella niña,
para ser uno solo completamente.
Desde todos los puntos que los juntaban
se saborearon tanto y con tal delicia,
que las horas de vida que les quedaban
decidieron pasarlas en la caricia.
A menos de un suspiro del tibio abrazo,
el resto de la historia se debatía
en átomos, galaxias y otros acasos,
que encontraron certeza justo aquel día.
Y se hicieron leyenda los dos amantes,
enroscados eterna y húmedamente.
Nada pudo tocarlos detrás de guantes,
sólo pueden saberlo los igualmente.
Silvio Rodríguez-Cita con ángeles
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