El deseo aparece de repente,
En cualquier parte, a propósito de nada.
En la cocina, caminando por la calle.
Basta una mirada, un ademán, un roce.
Pero dos cuerpos
tienen también suo caso,
su rutina de amor y de sueños,
se gestos sabidos hasta el cansancio.
Se dispersan las risas, se deforman.
Hay cenizas en las bocas
y el íntimo desdén.
Dos cuerpos tienen
su muerte el uno frente al otro.
Basta el silencio.
Maria Mercedes Carranza, de Tengo Miedo
jueves, junio 11, 2009
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