sábado, marzo 20, 2010

SERENIDAD (Lectura de madrugada)

Serenidad, tú para el muerto,

que yo estoy vivo y pido lucha.

Otros habrá que te deseen:

ésos no saben lo que buscan.

Si se durmieran nuestras almas,

si las tuviéramos maduras

para mirar inconmovibles,

para aceptar sin amargura,

para no ver la vida en torno

apasionadamente nunca,

duros y fríos, como piedra

que sopla el viento y no la muda…



Almas claras. Ojos despiertos.

Oídos llenos de la música

del dolor. los dedos felices,

aunque los hieran las agudas

espinas. Todo el sabor agrio

de la vida, de la lengua.



“Nunca

podrás mojar tu pie en el río

en que ayer lo mojaste. Busca

la eternidad, vive en la alta

contemplación de su figura.”



Palabrería de los libros

de la que deja el alma turbia.

Serenidad que se nos vende

por librarnos de la tortura,

por llenarnos de sueño el alma

y rodeárnosla de bruma.

Serenidad, tú para el muerto.

El hombre es hombre, y no le asusta

saber que el viento que hoy canta

no volverá a cantarle nunca.

Serenidad, no te me entregues

ni te des nunca,

aunque te pida de rodillas

que me libertes de mi angustia.

Será que vivo sin saberlo

o que deserto de la lucha.

Tú no me escuches, no me eleves

hasta tu cumbre de luz única.



Palabrería de los libros

de la que deja el alma turbia.

Yo también me hago un poco libro,

me duermo el alma…



Luz difusa.

La madrugada se desgaja

agria y azul, como una fruta.

Cantan los pinos a lo lejos.

Un niño llora. las desnudas

mujeres y hombres silenciosos

salen despacio de las últimas

sombras. Los pájaros me esperan.

Se alzan las olas. (Me preguntan

por qué.) Campanas… (Ayer niebla,

hoy claro sol y luego lluvia…)

¿Por qué? Las hojas se estremecen…



Voy inundándome de música.

José Hierro

No hay comentarios: